viernes, 29 de mayo de 2009

Capítulo I

- Sí puede ser - musité lo más bajo posible - Tal vez eso lo haya cambiado todo.

- Pero, recapitulemos - el psicólogo hizo ademán de ponerse de pie - Si no fue la violenta muerte de tu hermano lo que te produjo esta psicosis, entonces, ¿qué fue?

- No tengo idea.

El doctor dudó un momento.

- ¿Te someterías a una hiponosis en la próxima sesión?

Ahora la de la duda, era yo. La verdad eso de la hipnosis me asusta. Siempre había pensado que eso era cosa que los magos hacían en los circos para divertir gente. Además me preocupa qué es lo que la hiponosis pueda revelar.

Pero finalmente, respondí:

- Sí, claro. Estoy dispuesta.

- Entonces, aquí te espero.

- Está bien, hasta luego, doctor Katzenbach.

Salí del consultorio lo más rapido posible. Odiaba ese lugar, pero me había visto obligada a ir todos los fines de semana en mi vida después de la muerte de mi hermano.

Afuera llovía por lo que apresuré mi paso, mojando mis converse y mis jeans inevitablemente.

- ¿A dónde vas con tanta prisa? - gritó una voz que ya era muy conocida para mí.

- ¡Alexander! - corrí hasta él y lo abracé efusivamente - ¿Qué hay?

- Pues, nada digno de mención... ¿Qué haces aquí?

- Amm, pues, yo, hum, eh - me quede sin palabras y Alexander cada vez me miraba más acusadoramente.

- ¿Entonces...? Vamos, somos amigos desde que usábamos pañales, ¿qué te parece si vamos a tomar un café y me cuentas todo lo que está pasando?

- Hum , está bien, pero sólo porque no he desayunado - él hizo una mueca con la boca, que obviamente era de desaprobación. Tomó de mi mano y me llevó hasta su camioneta.

El camino fue una marcha silenciosa en la que lo único que se escuchaba era el constante golpeteo de las gotas contra el vidrio.

Llegamos al restaurante al que íbamos desde pequeños, todo estaba exactamente como hace 15 años.

- Y, bien, ¿por qué estabas en la clinica?

- Humm, porque poes Alexander, tu sabes que desde pequeña he tenido trastornos, y quiero curarme, no quiero hundirme otra vez en las drogas o en la depresión...- silencio mis labios con su dedo índice, creo que para él era suficiente - Y...creo que asesiné a mi hermano.

Epílogo

¿Por qué lo sigo haciendo?Se supone que lo había dejado, ¿no? Lo quiero dejar. Ya no quiero ser la misma drogadicta. ¡Quiero cambiar!

No quiero ser una aislada, una "rara". ¿Lo soy? ¿Soy rara por pensar lo que pienso? ¿Por pensar cómo pienso? Hum, no lo creo. No soy rara. No soy diferente.

Todos pasamos por malos ratos, sí, aquéllos en los que lo único que queremos es hundirnos en nuestra mierda, pero; ¿es eso saludable? No, no lo es. Pero, ¡carajo! Hoy en día: ¿qué es saludable? Nada.

Nuestro mundo, nuestra gente; todo está mal. Lo que antes era bueno ahora es malo, y lo que antes era malo ahora es bueno, ¿me entienden?

- Maestra Harker, ¿podría proseguir con la clase? - la voz de unos de mis alumnos me sacó de la ensoñación en la que estaba hundida.

- Oh, lo siento Sr. Freeman. Prosigamos. Bien estábamos estudiando el comportamiento en los seres humanos, ¿alguien me puede mencionar los principales síntomas de la depresión?El aula permaneció en silencio.

- Mmm, ¿qué se supone que están haciendo en la facultad de Psicología? No pueden siquiera responder esta fácil pregunta.Un brazo se alzó con timidez, era el Sr. Lisboa; uno de mis mejores alumnos, y tambíen uno de los más timidos.

- Tiene la palabra, Sr. Lisboa.

- Gracias, los principales síntomas de la depresión serían: el insomnio, disminución de energía, alteraciones del comportamiento y pensamiento, tristeza patológica...

Y así pasó otro día en mi trabajo, sí; trabajó en la Facultad de Psicología, lo sé es estúpido pensar que una maestra de Bases Biológicas de la Conducta tenga trastornos mentales, pero bueno qué más da.

Me presento, me llamo Graüben Harker, tengo veintiocho años y tengo transtornos mentales; y todo gracias al tipo de vida que me dieron mis "amados" padres, puedes imaginar lo que quieras, pero sí quieres comprender mi mente debes leer esto. Vamos, no es tan malo, ¿o sí?Sólo quiero que el suplicio termine silenciosamente.

jueves, 21 de mayo de 2009

And then...


Si tuvueras que morir... ¿por quién lo harías?, la primera vez que leí esa frase lo que inmediatamente vino a mi mente fue: Si tuvieras que asesinar a alguien... ¿por quién lo harías?, suena mejor, ¿no?

Cuentos de otro hogar destruido.